miércoles, 20 de febrero de 2013

Yo quiero ser único para ti, mamá



Hace no demasiado tiempo, una amiga me comentaba que su hijo de quince meses no quiere estar sin ella. Os cuento un poco para que os situéis. Ella es de las muchísimas mamás en este país que compagina el trabajo con la maternidad y con el hecho de ser mujer y esposa y compañera de su marido. Ella, se levanta muy temprano y prepara a su hijo para ir a la guarde como todos los días desde que terminó su periodo de maternidad, lactancia y vacaciones. El pequeño lleva desde los cinco meses, aproximadamente, yendo cada mañana a las siete y media de la mañana a la guarde, de la que sale a eso de las cuatro de la tarde. Como veis son muchas horas para un bebé de cinco meses, pero con los tiempos que corren, no siempre hay otras opciones.

Pues bien, me decía mi amiga que no sabe qué hacer con el pequeño porque desde que lo recoge a las cuatro hasta que lo acuestan solo quiere estar con ella. Su papá ha pasado a otro plano para él y solo quiere que le cambie mamá, que le bañe mamá y que juegue con él su mamá. Para el padre, que está muy volcado con el crio, está siendo también duro porque le rechaza su propio hijo. Y me preguntaba, ¿qué crees que le puede pasar?
 
Yo, que no soy ninguna catedrática, le dije, “no sé, quizá te echa de menos a lo largo de todo el día y por la tarde no quiere perderse un minuto de tu compañía”. Quizá no es la mejor de las respuestas pero si nos trasladamos a la edad adulta entendemos perfectamente que, cuando una pareja comparte su vida, el rato que están separados se echan de menos y desean verse; y cuando al volver a casa después del trabajo se ven, están todo el tiempo hablando y contándose cosas, abrazándose, besándose. En los adultos lo entendemos y en los pequeños nos cuesta.

Vamos a intentar comprenderlos más, porque en la guarde, en la que hay que compartir a la persona de referencia con ocho, catorce o veinte niños dependiendo de la edad, no pueden ser “únicos” y tienen que ser uno más y seguir el ritmo aunque no haya llegado aún el momento para ellos. Vamos a permitirles ser “únicos y geniales” en casa, dándoles el afecto y el cariño que muchas veces nos reclaman.

Artículo escrito por El Despertar de la Educación

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