jueves, 21 de febrero de 2013

Lo que sí debes hacer y lo que no para tener una lactancia exitosa



Padres e Hijos / Familia

Gema Lendoiro
Día 18/02/2013 - 16.26h

Existen muchos mitos que pueden empujar a muchas madres a tirar la toalla y perder así la oportunidad de ofrecer la leche materna a sus pequeños

De unos años hacia aquí proliferan muchos artículos sobre la lactancia, cuando esta es algo inherente al ser humano desde el principio de su existencia. Sin embargo, la lactancia ha sufrido una terrible crisis que a punto ha estado de «desterrarla», al menos en los países desarrollados. 

En los tiempos que vivimos –donde la información está al alcance de cualquiera— muchas mujeres han fracasado a la hora de dar el pecho a sus hijos y mucha gente, erróneamente, cree que lo ha hecho porque su leche «no valía» o «no tenía suficiente», unos mitos muy arraigados pero que, con paciencia, ayuda e información pueden volver a desterrarse. 

Lo primero que tiene que tener claro una mujer que va a dar el pecho es si realmente quiere hacerlo. Esta pregunta, que puede resultar baladí, es sumamente importante y conviene que esa mujer sepa que no todas las historias de lactancia son cosa de coser y cantar. No todos los bebés cuando nacen se «enganchan» sin problema al pecho de su madre y maman siempre a las mil maravillas. Si eso fuese así, apenas habría fracasos y lo cierto es que los hay. Y muchos. 

Sin embargo antes no los había, ¿por qué? Son muchos los factores pero es importante señalar la circunstancia de que las mujeres en el siglo XIX no eran como las de ahora. Entonces su papel en el hogar estaba perfectamente definido y su misión, una vez casadas, era tener hijos y criarlos, y entre la crianza, especialmente si no eran ricas, estaba la labor de amamantar. Se ayudaban entre ellas y se pasaban los conocimientos de unas a otras sin intermediarios, sin internet, en vivo y en directo. Por supuesto si existía alguna mujer con incapacidad para amamantar siempre se podía recurrir a las nodrizas, a otra mujer de la familia que estuviera criando o a la leche de vaca diluida en agua. 

A partir de los años sesenta, con la llegada del feminismo, la píldora anticonceptiva y la incorporación de la mujer al trabajo, el mundo femenino experimentó su gran revolución y, con ella, la de su sexualidad y con ella una función íntimamente ligada: la reproducción. No se sabe qué vino primero si el huevo o la gallina, pero lo cierto es que la lactancia se empezó a ver como algo que ataba a la mujer a su casa, a no poder desarrollarse como profesional. Un feminismo mal entendido que atacaba a algo maravillosamente mamífero que la naturaleza sólo ha otorgado a las mujeres, dar alimento a tu hijo con tu pecho. 

Y es que dar el pecho ata, pero te ata a tu hijo (al menos las horas que le das el pecho) y es importante recordar que las ataduras hechas con amor pierden la condición de tal. La OMS, y muy especialmente las mujeres que integran la liga de la leche, han hecho muchísimo para recuperar algo tan propio de la mujer y que, de ninguna manera la deja atrás en una supuesta carrera laboral. Es importante defender las cosas que son de verdad nuestras. 

Qué tenemos que hacer

Hemos querido preguntar a una experta en lactancia que nos diga qué tenemos que hacer exactamente para tener éxito y qué no tenemos que hacer para evitar el fracaso. Se llama Pilar Martínez, es farmacéutica y asesora de lactancia. Mamá de dos niñas a las que dio el pecho, ha escrito dos libros sobre este asunto: «Los 5 Pasos para Tener Éxito en tu Lactancia Materna» y «Destetar sin lágrimas». Además tiene un blog con miles de seguidoras llamado Maternidad Continuum.

Lo primero que ella nos recomienda es la información: «Conseguir información sobre cualquier cosa es sencillísimo, sin embargo con respecto a la lactancia materna hay mucha desinformación (incluso a veces entre los profesionales sanitarios), muchos mitos extendidos durante años y muchas creencias erróneas que no se discuten».

Con el calostro los bebés están perfectamente alimentados

Las mujeres deben tener en cuenta varios puntos para conseguir una lactancia exitosa: «el calostro es oro líquido que ayuda a su bebé a expulsar el meconio, previene la ictericia del recién nacido y le protege de infecciones. Hay personas que piensan que el calostro no sirve de nada y, sin embargo, es el alimento ideal que el recién nacido debe tomar y es especialmente necesario en los prematuros que necesitan un extra de defensas».

El calostro es esa leche de color amarilla que sale antes de la subida de la leche (unas 48 horas después de dar a luz) y que con ese poco el bebé está perfectamente alimentado. Muchas madres, generalmente nerviosas y desbordadas por el momento, se dejan llevar por lo que les dicen y enseguida dan un biberón en la maternidad al bebé con lo que están dando ya el primer paso para fracasar en la lactancia. 

La naturaleza es sabia

Tienen que tener claro que la naturaleza hace las cosas bien y esa es la cantidad de leche adecuada y la mejor que el recién nacido, de horas, puede tomar. Además, poniendo al bebé mucho al pecho se estimula la subida de la leche y, por tanto, el éxito en la lactancia. Cuando des a luz pide (salvo contraindicaciones médicas) que tu bebé esté contigo, no dejes que se lo lleven al nido, por la noche es cuando la producción de leche es mayor. El contacto piel con piel ha demostrado que mejora el éxito en la lactancia.

Otro mito extendidísimo es el de poner horarios: cada tres horas y diez minutos en cada pecho. Eso, si se lleva a cabo con un bebé muy comilón o que se queda dormido con mucha facilidad, traerá también fracaso: «El pecho se da a demanda porque la producción de leche se regula en función de la succión del bebé, por lo que si limitamos la lactancia estamos perdiendo una oportunidad fantástica de que el bebé estimule el pecho y se produzca más leche». 

Otra cuestión importante es saber cómo colocar al bebé al pecho. Aunque ellos, por instinto saben mamar y hayamos visto en infinidad de ocasión imágenes de madres dando el pecho hay que evitar algunos errores que hacen que se produzcan grietas o que duela (dar el pecho no duele y si duele es porque se está haciendo mal). «El bebé debe tener la boca bien abierta de forma que abarque parte de la areola y no coja sólo el pezón. Además hay que fijarse que la posición sea de ombligo con ombligo para que el bebé no tenga que girar la cabeza y pueda tener el cuello recto. Lo ideal es que la barbilla y la nariz del bebé queden pegados al pecho».

Muchas mujeres tiran la toalla cuando el bebé llora

Muchas mujeres tiran la toalla cuando, de repente, notan que el bebé cuando mama llora y entienden (y entienden bien) que el bebé no tiene suficiente leche. Es verdad, pero no es para siempre, se trata de las llamadas crisis de crecimiento, es decir, el bebé crece y necesita más leche y pide más, manda esa «orden» al pecho y este lo hace pero no de forma inmediata: Nos lo explica la experta: «Los momentos en los que el bebé está creciendo mucho y necesita mayor cantidad de leche y, por ello, pide pecho más a menudo, provoca muchas veces que la mamá dude y piense que no tiene suficiente alimento con su leche y necesita un refuerzo. Sobre los tres meses se produce una de las crisis de crecimiento más fuertes y muchas lactancias terminan en ese momento».

Lo que hay que hacer en estos casos es dar el pecho con más frecuencia y enseguida se regulará. Si se cae en la «tentación» de dar un biberón de leche maternizada, entonces corremos el riesgo de interrumpir el proceso, el bebé mamará menos porque se saciará con esa leche y el cuerpo entenderá que no debe producir más. Esto es fundamental que se sepa, especialmente cuando se escucha lo de: si le das un biberón no pasa nada. Efectivamente no pasa nada malo, pero sí pasa que puede verse alterado el ciclo, aunque, —y esto también es importante recordarlo— se puede recuperar, basta con estar un día o dos con el bebé muy a menudo al pecho para que la leche vuelva de nuevo a ser abundante. Esto es especialmente importante en los tres primeros meses.

Tener apoyos, especialmente del padre. Los primeros días son fundamentales y el padre puede encargarse de todo lo demás, especialmente de visitas y comentarios inoportunos sobre cómo 
alimentar al bebé, algo que sólo concierne a los padres.

Mitos a desterrar

Por último, le hemos pedido a la experta en lactancia que nos enumere los principales mitos a desterrar. Son estos:

No tienes leche: normalmente las mujeres producimos leche de sobra para alimentar a nuestros bebés. La verdadera hipogalactia es muy rara y casi no ocurre. Si el bebé succiona correctamente y toma a demanda, se produce suficiente leche.

Tu leche no es de buena calidad: La leche materna es el alimento óptimo para los bebés humanos. No existen las leches de mala calidad. Ninguna leche artificial supera a la materna.

—En la lactancia hay que poner horarios: ya hemos visto que el pecho debe darse a demanda para asegurar la producción de leche.

Dar el pecho duele: si duele es que hay algo que no está funcionando correctamente y no hay que aguantar, lo que hay que hacer es solucionar el problema.

Si amamantas no puedes tomar ningún medicamento: La mayoría de medicamentos son compatibles con la lactancia, pero de todas formas siempre se puede consultar la página e-lactancia.org (Hospital Marina Alta de Denia) antes de tomar algún medicamento.

Los bebés con frenillo no pueden mamar: Cuando existe frenillo debajo de la lengua y es muy corto, a veces se dificulta la lactancia. Pero si es necesario, el frenillo se puede cortar con una intervención muy rápida, por lo que no es necesario abandonar la lactancia.

A partir de los 6 meses la leche materna ya no alimenta: La leche es el primer alimento de un bebé durante sus 12 primeros meses de vida, incluso cuando empieza a comer otros alimentos y se convierte en complemento del resto de alimentos en su segundo año de vida.
Es por esto que la OMS, Asociación Española de Pediatría y todos los organismos oficiales recomiendan dar el pecho de forma exclusiva durante los seis primeros meses del bebé y junto con otros alimentos hasta al menos los dos primeros años de vida del niño. Y una vez llegamos a los dos años, hasta que la mamá y el bebé quieran.

Por último, sumamente importante confía en ti misma, en tu calidad de mamífera: «No debemos olvidar que los seres humanos somos mamíferos, los pechos de las mujeres están hechos para amamantar y los bebés saben mamar instintivamente. La humanidad ha sobrevivido gracias a la leche de las madres por lo que no debemos tener dudas. Las mujeres deben confiar en su capacidad de amamantar y alimentar a sus bebés. Están programadas para ello y lo normal es que lo consigan».

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