viernes, 22 de febrero de 2013

La gente opina sobre 'Madres de Día'



Madres de Día: una opción para mamás que trabajan

16/05/2011 by Vivian / 43 comentarios

Llevo unas semanas haciendo malabarismos. Mi mamá está de viaje, mi suegra también, la tía Nadia está trabajando (¡por suerte!) y dependo totalmente de mi canguro y amiga Luisa para ir a dar mis clases. Pero Luisa también está limitada de tiempo y en fin, vamos saliendo pero ha sido bastante estresante. Afortunadamente sólo trabajo fuera de casa unas pocas horas… Pero aún así, esto de estar todo el tiempo buscando con quién dejar a Tobías me genera mucha tensión y además me limita bastante a la hora de aceptar nuevas clases. Así que, muy a mi pesar, hace unas semanas fui a visitar una guardería. Sé que no quiero volver a llevar a Tobías a la misma de antes: los dos guardamos muy malos recuerdos de aquellos tres meses infernales. Por eso, siguiendo la recomendación de una vecina, pedí cita en otra guardería cercana.

Salí de allí espantada. Veinte niños de dos años en un aula con una maestra. Un «psicólogo» que defiende el que se deje a los niños solos desde el primer día y durante el horario normal: nada de respetar un período de adaptación en el que se va aumentando progresivamente el tiempo que los niños permanecen en la guardería: una hora el primer día, dos el segundo, y así. No: desde el primer día, a quedarse a comer, a dormir la siesta, todo. Y sin embargo la directora del centro me decía que ella no estaba de acuerdo con eso. ¿Entonces por qué no contrata a un psicólogo más humano? Pues no: y encima me vende la idea de que ese supuesto psicólogo, con el que ella misma no está de acuerdo, me va a decir a mí en las reuniones de la escuela de padres lo que debo hacer yo con mi hijo.

Además, le he preguntado si podía quedarme con Tobías durante los primeros días y ha puesto cara de espanto. ¡Padres en el aula! ¡Qué horror! ¿Pero qué es lo que no quieren que veamos? Se lo contaba a mi hermana, que vive en Caracas y tiene a las niñitas en una guardería en la que los padres tienen las puertas abiertas en todo momento, como debe ser. Incluso los cumpleaños los celebran en el aula con los papás. ¿Por qué tiene que haber esa división tan grande entre padres y educadores? ¿Qué es lo que nos están ocultando?

No me quedaron ganas de visitar más guarderías, y estaba dispuesta a pasar otro año de malabarismos, hasta que me encontré con la página de la Asociación Madres de Día. Y volví a respirar.
Las Madres de Día son «educadoras profesionales que ofrecen en su propio hogar (adecuadamente adaptado y equipado) un servicio de atención y cuidado al menor de tres años, en grupos muy reducidos (3-4 niños) y en un ambiente familiar». Se trata de una figura muy popular en países como Alemania y Francia, en donde están subvencionadas por el Estado. Aquí en España no están reconocidas, pero, felizmente, existen :)

Rápidamente me puse a llamar a las iniciativas que me quedaban más cerca… pero, como era de suponer, ya tenían el cupo lleno para septiembre. Por suerte me pude entrevistar con Sol, que se inicia por su cuenta el año que viene, y que tenía unas plazas aún por confirmar.

Y qué diferencia. Qué gran alivio poder hablar con alguien coherente y que entiende la crianza de la misma forma. Y qué enriquecedora es una persona enamorada de su profesión y dispuesta a brindar ese amor a los 3 o 4 niños que van a compartir su día.

La idea de las madres de día se basa en la pedagogía Waldorf, que defiende al entorno hogareño como el mejor ambiente en el que pueden desarrollarse los niños menores de tres años. En esta primera etapa de la vida es importante que el niño sea tratado «de forma absolutamente individualizada, con un contacto íntimo y de protección, donde su experiencia se impregne de la cualidad del amor incondicional». ¿Cómo va a poder ser esto posible en un aula con 20 niños?

Ahora que hay tanto político demagogo llenándose la boca con la palabra conciliación, ¿no tiene mucho más sentido promover a las madres de día que abrir nuevas guarderías? ¿No se reducirían notablemente los costes? No sólo no habría que construir nuevas infraestructuras, sino que se ahorraría una fortuna a la Seguridad Social porque los niños (y los padres) enfermarían muchísimo menos. Y estaríamos creando una sociedad más feliz.
Conocer a Sol me ha quitado un peso enorme de encima. ¡Ahora ya no me lleno de aprensión cuando pienso en septiembre! ¡Qué alivio!




 



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