Padres e Hijos / Familia
Gema Lendoiro
Día 18/02/2013 - 16.26h
Existen muchos mitos que pueden empujar a muchas madres a tirar la toalla y
perder así la oportunidad de ofrecer la leche materna a sus pequeños
De unos años
hacia aquí proliferan muchos artículos sobre la lactancia, cuando esta es algo
inherente al ser humano desde el principio de su existencia. Sin embargo, la
lactancia ha sufrido una terrible crisis que a punto ha estado de
«desterrarla», al menos en los países desarrollados.
En los
tiempos que vivimos –donde la información está al alcance de cualquiera— muchas
mujeres han fracasado a la hora de dar el pecho a sus hijos y mucha gente,
erróneamente, cree que lo ha hecho porque su leche «no valía» o «no tenía
suficiente», unos mitos muy arraigados pero que, con paciencia, ayuda e
información pueden volver a desterrarse.
Lo primero
que tiene que tener claro una mujer que va a dar el pecho es si realmente
quiere hacerlo. Esta pregunta, que puede resultar baladí, es sumamente
importante y conviene que esa mujer sepa que no todas las historias de
lactancia son cosa de coser y cantar. No todos los bebés cuando nacen se
«enganchan» sin problema al pecho de su madre y maman siempre a las mil
maravillas. Si eso fuese así, apenas habría fracasos y lo cierto es que los
hay. Y muchos.
Sin embargo
antes no los había, ¿por qué? Son muchos los factores pero es importante
señalar la circunstancia de que las mujeres en el siglo XIX no eran como las de
ahora. Entonces su papel en el hogar estaba perfectamente definido y su misión,
una vez casadas, era tener hijos y criarlos, y entre la crianza, especialmente
si no eran ricas, estaba la labor de amamantar. Se ayudaban entre ellas y se
pasaban los conocimientos de unas a otras sin intermediarios, sin internet, en
vivo y en directo. Por supuesto si existía alguna mujer con incapacidad para
amamantar siempre se podía recurrir a las nodrizas, a otra mujer de la
familia que estuviera criando o a la leche de vaca diluida en agua.
A partir de
los años sesenta, con la
llegada del feminismo, la píldora anticonceptiva y la incorporación de la mujer
al trabajo, el mundo femenino experimentó su gran revolución y, con ella, la de
su sexualidad y con ella una función íntimamente ligada: la reproducción. No se
sabe qué vino primero si el huevo o la gallina, pero lo cierto es que la
lactancia se empezó a ver como algo que ataba a la mujer a su casa, a no poder
desarrollarse como profesional. Un feminismo mal entendido que atacaba a algo
maravillosamente mamífero que la naturaleza sólo ha otorgado a las mujeres, dar
alimento a tu hijo con tu pecho.
Y es que dar
el pecho ata, pero te ata a tu hijo (al menos las horas que le das el
pecho) y es importante recordar que las ataduras hechas con amor pierden la
condición de tal. La OMS, y muy especialmente las mujeres que integran la liga
de la leche, han hecho muchísimo para recuperar algo tan propio de la mujer y
que, de ninguna manera la deja atrás en una supuesta carrera laboral. Es
importante defender las cosas que son de verdad nuestras.
Qué tenemos que hacer
Lo primero que ella nos recomienda es la información:
«Conseguir información sobre cualquier cosa es sencillísimo, sin embargo con
respecto a la lactancia materna hay mucha desinformación (incluso a veces entre
los profesionales sanitarios), muchos mitos extendidos durante años y muchas
creencias erróneas que no se discuten».
Con el calostro los bebés están perfectamente alimentados
Las mujeres
deben tener en cuenta varios puntos para conseguir una lactancia exitosa: «el
calostro es oro líquido que ayuda a su bebé a expulsar el meconio, previene
la ictericia del recién nacido y le protege de infecciones. Hay personas que
piensan que el calostro no sirve de nada y, sin embargo, es el alimento ideal
que el recién nacido debe tomar y es especialmente necesario en los prematuros
que necesitan un extra de defensas».
El calostro
es esa leche de color amarilla que sale antes de la subida de la leche (unas 48
horas después de dar a luz) y que con ese poco el bebé está perfectamente
alimentado. Muchas madres, generalmente nerviosas y desbordadas por el momento,
se dejan llevar por lo que les dicen y enseguida dan un biberón en la
maternidad al bebé con lo que están dando ya el primer paso para fracasar en la
lactancia.
La naturaleza es sabia
Tienen que
tener claro que la naturaleza hace las cosas bien y esa es la cantidad de leche
adecuada y la mejor que el recién nacido, de horas, puede tomar. Además,
poniendo al bebé mucho al pecho se estimula la subida de la leche y, por tanto,
el éxito en la lactancia. Cuando des a luz pide (salvo contraindicaciones
médicas) que tu bebé esté contigo, no dejes que se lo lleven al nido, por la
noche es cuando la producción de leche es mayor. El contacto piel con piel
ha demostrado que mejora el éxito en la lactancia.
Otro mito
extendidísimo es el de poner horarios: cada tres horas y diez minutos en cada
pecho. Eso, si se lleva a cabo con un bebé muy comilón o que se queda dormido
con mucha facilidad, traerá también fracaso: «El pecho se da a demanda
porque la producción de leche se regula en función de la succión del bebé,
por lo que si limitamos la lactancia estamos perdiendo una oportunidad
fantástica de que el bebé estimule el pecho y se produzca más leche».
Otra cuestión importante es saber cómo colocar al
bebé al pecho. Aunque ellos, por instinto saben mamar y hayamos visto en
infinidad de ocasión imágenes de madres dando el pecho hay que evitar algunos
errores que hacen que se produzcan grietas o que duela (dar el pecho no duele y
si duele es porque se está haciendo mal). «El bebé debe tener la boca bien abierta
de forma que abarque parte de la areola y no coja sólo el pezón. Además hay que
fijarse que la posición sea de ombligo con ombligo para que el bebé no tenga
que girar la cabeza y pueda tener el cuello recto. Lo ideal es que la barbilla
y la nariz del bebé queden pegados al pecho».
Muchas mujeres tiran la toalla cuando el bebé llora
Muchas
mujeres tiran la toalla cuando, de repente, notan que el bebé cuando mama llora
y entienden (y entienden bien) que el bebé no tiene suficiente leche. Es
verdad, pero no es para siempre, se trata de las llamadas crisis de
crecimiento, es decir, el bebé crece y necesita más leche y pide más, manda esa
«orden» al pecho y este lo hace pero no de forma inmediata: Nos lo explica la
experta: «Los momentos en los que el bebé está creciendo mucho y necesita
mayor cantidad de leche y, por ello, pide pecho más a menudo, provoca
muchas veces que la mamá dude y piense que no tiene suficiente alimento con su
leche y necesita un refuerzo. Sobre los tres meses se produce una de las crisis
de crecimiento más fuertes y muchas lactancias terminan en ese momento».
Lo que hay
que hacer en estos casos es dar el pecho con más frecuencia y enseguida se
regulará. Si se cae en la «tentación» de dar un biberón de leche maternizada,
entonces corremos el riesgo de interrumpir el proceso, el bebé mamará menos
porque se saciará con esa leche y el cuerpo entenderá que no debe producir más.
Esto es fundamental que se sepa, especialmente cuando se escucha lo de: si
le das un biberón no pasa nada. Efectivamente no pasa nada malo, pero sí
pasa que puede verse alterado el ciclo, aunque, —y esto también es
importante recordarlo— se puede recuperar, basta con estar un día o dos con el
bebé muy a menudo al pecho para que la leche vuelva de nuevo a ser abundante.
Esto es especialmente importante en los tres primeros meses.
Tener
apoyos, especialmente del padre. Los primeros días son fundamentales y el padre puede encargarse de todo lo
demás, especialmente de visitas y comentarios inoportunos sobre cómo
alimentar
al bebé, algo que sólo concierne a los padres.
Mitos a desterrar
Por último,
le hemos pedido a la experta en lactancia que nos enumere los principales mitos
a desterrar. Son estos:
—No
tienes leche: normalmente las mujeres producimos leche de sobra para alimentar
a nuestros bebés. La verdadera hipogalactia es muy rara y casi no ocurre. Si el
bebé succiona correctamente y toma a demanda, se produce suficiente leche.
—Tu leche
no es de buena calidad: La leche materna es el alimento óptimo para los
bebés humanos. No existen las leches de mala calidad. Ninguna leche artificial
supera a la materna.
—En la
lactancia hay que poner horarios: ya hemos visto que el pecho debe darse
a demanda para asegurar la producción de leche.
—Dar el
pecho duele: si duele es que hay algo que no está funcionando correctamente
y no hay que aguantar, lo que hay que hacer es solucionar el problema.
—Si
amamantas no puedes tomar ningún medicamento: La mayoría de medicamentos
son compatibles con la lactancia, pero de todas formas siempre se puede
consultar la página e-lactancia.org (Hospital
Marina Alta de Denia) antes de tomar algún medicamento.
—Los
bebés con frenillo no pueden mamar: Cuando existe frenillo debajo de la
lengua y es muy corto, a veces se dificulta la lactancia. Pero si es necesario,
el frenillo se puede cortar con una intervención muy rápida, por lo que no es
necesario abandonar la lactancia.
—A partir
de los 6 meses la leche materna ya no alimenta: La leche es el primer
alimento de un bebé durante sus 12 primeros meses de vida, incluso cuando
empieza a comer otros alimentos y se convierte en complemento del resto de
alimentos en su segundo año de vida.
Es por esto
que la OMS, Asociación Española de Pediatría y todos los organismos oficiales
recomiendan dar el pecho de forma exclusiva durante los seis primeros meses del
bebé y junto con otros alimentos hasta al menos los dos primeros años de vida
del niño. Y una vez llegamos a los dos años, hasta que la mamá y el bebé quieran.
Por último,
sumamente importante confía en ti misma, en tu calidad de mamífera: «No
debemos olvidar que los seres humanos somos mamíferos, los pechos de las
mujeres están hechos para amamantar y los bebés saben mamar instintivamente. La
humanidad ha sobrevivido gracias a la leche de las madres por lo que no debemos
tener dudas. Las mujeres deben confiar en su capacidad de amamantar y alimentar
a sus bebés. Están programadas para ello y lo normal es que lo consigan».
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